noviembre 25, 2006

"Son panache"

De pequeño, aquel libro viejo, de hojas amarillas y portada lila y misteriosa, me llegaba a las manos cada vez que revisaba la biblioteca de casa en busca de alguna lectura. Nunca pasé de abrirlo. En él las palabras se me hacían inaprensibles.

cyrano4.jpgAños después, en compañía de unos amigos que no he visto desde entonces, pero cuyo recuerdo aún ocupa un lugar querido en mi memoria, ví la película, protagonizada por mi primer (y hasta ahora mejor) Gérard Depardieu. Me pareció un logro fenomenal, e imaginé que debía haber sido una verdadera hazaña adaptar la obra original a la pantalla.

Desde que no vivo con mis padres, o más específicamente desde que murió mi abuelo (el nono), pasar por la biblioteca de la casa de mi papá, o la de mi mamá, significa inevitablemente husmear en ella e intentar robar algún libro. Por supuesto, la idea siempre ha sido, además de leer aquel elegido, rescatarlo del olvido en el que quiero creer que se encuentra.


Lo cierto es que sí rescaté de una muerte casi segura todos los libros de aquel abuelo, que ya habían ido a parar a una caja y que, estaba seguro, iban a correr la misma suerte que los muchos discos acetatos que mi madre infamemente tiró a la basura. (En otra oportunidad hablaré de aquellos libros pero baste decir ahora que ésos, después de haberme seguido por años y ocupado distintos espacios de mi biblioteca, se encuentran hoy de regreso en una caja, lugar en donde se van a quedar hasta que alguno de mis hijos decida hacer con ellos lo que hice yo).

cyrano3.jpgCyrano de Bergerac llegó a mi casa por esa vía, y pasó allí muchísimo tiempo, viviendo el mismo “olvido” que en el lugar de donde había salido. El miedo (irracional) a entrarle a su lectura nunca se me quitó, pero la misteriosa fascinación que ejercía sobre mí lo mantuvo cerca.

Hace poco tiempo, sin embargo, decidí finalmente leerlo. Ha resultado ser una de mis lecturas más gratificantes.

Desde las primeras páginas, recordé el deleite que resulta leer esta comedia heroica en verso, la maravilla de asistir a una narración absolutamente verosímil, escrita en perfectos versos dodecasílabos, inteligentes, astutos.

Personajes secundarios pero entrañables como Le Bret, único amigo y confidente de Cyrano o el bueno de Ragueneau, pastelero y poeta (dos oficios indispensables).

Escenas deliciosa, y magistralmente caballerescas como la del duelo en el teatro del Hotel de Bourgogne; hilarantes como la de la rosticería de los poetas. Pienso en la escena de los cadetes de Gascogne en el sitio de Arras, épica hasta erizarnos los pelos; o en el glorioso e inolvidable final, en el que Cyrano, moribundo, sigue embistiendo contra la vileza, vulgaridad y estupidez del mundo. ¿Es posible retener las lágrimas después de esa despedida heroica?

En algunas oportunidades, el buscapleitos, el impaciente, el intolerante Cyrano me puede recordar, es cierto, a los matones gratuitos que andan en mi país con pistola en cinto, esos bestias que buscan en cualquier mirada la excusa para alivianar el peso de sus balas.

Pero Cyrano, que puede ser un inmisericorde cascarrabias, nos da lecciones dignas del Quijote (su gran inspirador). Es peleonero, pero pelea por lo que cree. Dejaría la vida para evitar la censura de un solo verso, si es bello, o si es justo. ¿Cómo olvidar su discurso de los “Non, merci! non, merci! non, merci!”? De hecho, todo lo que escrito hasta ahora no ha sido más que un pretexto para reproducir ese maravilloso pasaje:


Et que faudrait-il faire?
Chercher un protecteur puissant, prendre un patron,
Et comme un lierre obscur qui circonvient un tronc
Et s'en fait un tuteur en lui lechant l'ecorce,
Grimper par ruse au lieu de s'elever par force?
Non, merci. Dedier, comme tous il le font,
Des vers aux financiers? se changer en bouffon
Dans l'espoir vil de voir, aux levres d'un ministre,
Naitre un sourire, enfin, qui ne soit pas sinistre?
Non, merci. Dejeuner, chaque jour, d'un crapaud?
Avoir un ventre use par la marche? une peau
Qui plus vite, a l'endroit des genoux, devient sale?
Executer des tours de souplesse dorsale?. . .
Non, merci. D'une main flatter la chevre au cou
Cependant que, de l'autre, on arrose le chou,
Et, donneur de sene par desir de rhubarbe,
Avoir son encensoir, toujours, dans quelque barbe?
Non, merci! Se pousser de giron en giron,
Devenir un petit grand homme dans un rond,
Et naviguer, avec des madrigaux pour rames,
Et dans ses voiles des soupirs de vieilles dames?
Non, merci! Chez le bon editeur de Sercy
Faire editer ses vers en payant? Non, merci!
S'aller faire nommer pape par les conciles
Que dans des cabarets tiennent des imbeciles?
Non, merci! Travailler a se construire un nom
Sur un sonnet, au lieu d'en faire d'autres? Non,
Merci! Ne decouvrir du talent qu'aux mazettes?
Etre terrorise par de vagues gazettes,
Et se dire sans cesse 'Oh, pourvu que je sois
Dans les petits papiers du "Mercure Francois"?'
Non, merci! Calculer, avoir peur, etre bleme,
Aimer mieux faire une visite qu'un poeme,
Rediger des placets, se faire presenter?
Non, merci! non, merci! non, merci! Mais. . .chanter,
Rever, rire, passer, etre seul, etre libre,
Avoir l'oeil qui regarde bien, la voix qui vibre,
Mettre, quand il vous plait, son feutre de travers,
Pour un oui, pour un non, se battre,--ou faire un vers!
Travailler sans souci de gloire ou de fortune,
A tel voyage, auquel on pense, dans la lune!
N'ecrire jamais rien qui de soi ne sortit,
Et modeste d'ailleurs, se dire mon petit,
Soit satisfait des fleurs, des fruits, meme des feuilles,
Si c'est dans ton jardin a toi que tu les cueilles!
Puis, s'il advient d'un peu triompher, par hasard,
Ne pas etre oblige d'en rien rendre a Cesar,
Vis-a-vis de soi-meme en garder le merite,
Bref, dedaignant d'etre le lierre parasite,
Lors meme qu'on n'est pas le chene ou le tilleul,
Ne pas monter bien haut, peut-etre, mais tout seul!

(Reproduzco más abajo una versión en español)



Por supuesto que envidiamos el talento, la elocuencia y la bravura de Cyrano, pero lo que realmente quisiéramos para nosotros es su congruencia, su entereza, su fidelidad, su integridad.

Podemos como Le Bret, criticar lo temerario y absoluto de Cyrano, y nadie quiere perder el juicio como Don Alonso Quijano. Pero aquél es admirable, tanto como éste.

El lastre de Cyrano es su gran nariz; cada uno de nosotros tiene la suya, en alguna parte de la que estamos muy conscientes. Su grandeza está en su corazón, grande, valiente y sensible. La nuestra está allí mismo, en la medida en que nos creamos un poco Quijotes, un poco Cyranos.

cyrano2.jpgCyrano se mete en nuestro pellejo y, de verlo inmenso, nos hacemos grandes.











Versión en español del discurso de Cyrano
¿Qué quieres que haga?
¿Buscarme un protector?
¿O un amo tal vez?
¿Y como hiedra oscura que sube la pared,
medrando sibilina, y con adulación?
¿Cambiar de camisa para obtener posición?
¡No gracias!

¿Dedicar si diera el caso,
versos a los banqueros?
¿Convertirme en payaso?
¿Adular con vileza los cuernos de un cabestro,
por temor a que me lance algún gesto siniestro?
¡No gracias!

¿Desayunar cada día un sapo?
¿Tener el vientre panzón,
un papo que me llegue a las rodillas,
con dolencias pestilentes de tanto hacer reverencias?
¡No gracias!

¿Adular el talento de los canelos?
¿Vivir atemorizado por infames libelos?
¿ Y Repetir sin tregua:
"...¡Señores soy un loro,
quiero ver escrito mi nombre en letras de oro!..."?
¡No gracias!

¿Sentir terror a los anatemas?
¿Preferir las calumnias a los poemas?
¿Coleccionar medallas?
¿Urdir falacias?
¡No gracias!
¡¡No gracias!!
¡¡¡No gracias!!!

Pero cantar, soñar, reír, vivir, estar sólo...
Ser libre,
tener el ojo avizor,
la voz que vibre.
Ponerme por sombrero el universo,
por un si o por un no.
Batirme por un beso,
despreciar con valor la gloria y la fortuna,
viajar con la imaginación a la luna.
Solo al que vale reconocer los méritos,
No pagar jamás por favores pretéritos.
Renunciar para siempre a cadenas y protocolo.
Posiblemente no volar muy alto...
pero sólo, siempre solo."



Más

noviembre 18, 2006

De abrazos, risas y lágrimas

Albert Figueras me ha hecho descubrir un video que me tocó.

Mientras lo veía se acercó Carmen Lucía. Lo vimos juntos. Al terminar, la miré, y seguramente se fijó en el brillito de mis ojos que me delata... Aunque puedo parecer más bien serio y frío, soy de lágrima fácil.

Creo que mi reacción la desconcertó, y la suya también a mí... ¡Ay Philippe! Me ofendió pensar que se burlaba de mí, y se lo hice saber. Me contestó que más bien me recriminaba que pudiese yo ser más sensible ante un video que con quienes me rodean.

Creo que tengo que pensar en eso...
Más

noviembre 16, 2006

Atrevida ignorancia

Como la ignorancia es atrevida, hace unos meses (en abril del año pasado) una inspiración/necedad súbita me llevó a escribir estos haiku. Para estar seguros de que el viaje valga la pena, los pongo en compañía de unos ukiyo-e, que de veras son una belleza.

ukiyoerain.jpg


Gotas escasas;
Desde acá adentro
¡Todo clama ya!




ukiyoe.jpg


Y corre veloz
Cada día que pasa;
¡Ven a mi noche!




tree.jpg



Son ahora tres
Los retoños del árbol;
Otoño fresco.



woman.jpg


Mujer, ¡despierta!;
Cesa pronto la lluvia
Cesa la vida.




kajikazawa.jpg


Lo veo verme
Se lo pregunta todo;
Hijo del padre.


Más

noviembre 12, 2006

De Hai-ku y otros tesoros

Me siento particularmente atraído por los hai-ku.
hokusai_waterfall.jpgAunque mi dificultad para relacionarme con otro tipo de poesía se deba probablemente a mi espíritu más bien concreto y poco sofisticado, me gusta pensar que un cierto gusto por la elegancia de la simplicidad y lo sucinto dé cuenta de esta predilección mía.

En mi defensa, cito otros de mis favoritos:

- La Balada del Mar Salado, historieta que podría releer una y mil veces, de Hugo Pratt, uno de los responsables de haber reivindicado al cómic como un género literario.
- Seda, de Alessandro Baricco, sin duda el encuentro literario fortuito más agradable de mi vida. Cautivante novela musical, poética, de una belleza conmovedora.
- Los cuentos cortos, de Augusto Monterroso particularmente, pero también toda la tradición de micro-relatos que surgen de la estela que deja su paso.

Me gustan también los bonsái y disfruto, tanto como sufro, con su cultivo.


******

Es un verdadero deleite oír a mi amigo Jordi Nadal hablar en una reunión pública. Sus intervenciones, además de ser elocuentes y emotivas, están salpicadas de las más oportunas citas, todas lanzadas de memoria, al mejor estilo trovador.

Hace poco, y como consecuencia de una de estas dichosas citas, Jordi empezó a enviarle a un grupo de amigos, poemas que va escogiendo de sus copiosas lecturas.

Los poemas que hasta ahora ha escogido Jordi (y que reproduzco abajo), me han tocado, cada uno a su manera, y he querido agradecerlos reciprocando con uno de mis propias lecturas (tarea difícil para alguien que lee tan poca poesía como yo). Hoy, finalmente, encuentro uno digno:

Es el día de año nuevo-
y con este espíritu
quiero habitar el mundo
Rankô (1728-1799)

(citado por Yasunari Kawabata en su ensayo La Existencia y el Descubrimiento de la Belleza, en Haiku, Bashò…[et al]. Leviatán, Buenos Aires, 1997

******

Antología de Jordi Nadal

Al prefecto Chang

Mi otoño: entro en la calma,
Lejos el mundo y sus peleas.
No más afán que regresar,
Desaprender entre los árboles.
El viento del pinar abre mi capa,
Mi flauta saluda a la luna serrana.
Preguntas, ¿qué leyes rigen “éxito” y “fracaso”?
Cantos de pescadores flotan en la ensenada.

Wang Wei (traducción de Octavio Paz)

Una vez en un poema

Los poemas no se parecen a los cuentos, ni tan siquiera cuando son narrativos. Todos los cuentos tratan de batallas, de un tipo o de otro, que terminan en victoria y derrota. Todo avanza hacia el final, cuando habremos de enterarnos del desenlace.

Indiferentes al desenlace, los poemas cruzan los campos de batalla, socorriendo al herido, escuchando los monólogos delirantes del triunfo y del espanto. Procuran un tipo de paz. No por hipnosis o la confianza fácil, sino por el reconocimiento y la promesa de que lo que se ha experimentado no puede desaparecer como si nunca hubiera existido. Y, sin embargo, la promesa no es la de un monumento. (¿Quién quiere monumentos en el campo de batalla?) La promesa es que el lenguaje ha reconocido, ha dado cobijo, a la experiencia que lo necesitaba, que lo pedía a gritos.

John Berger, Páginas de la herida, Visor, Madrid, 1996



Más