noviembre 12, 2006

De Hai-ku y otros tesoros

Me siento particularmente atraído por los hai-ku.
hokusai_waterfall.jpgAunque mi dificultad para relacionarme con otro tipo de poesía se deba probablemente a mi espíritu más bien concreto y poco sofisticado, me gusta pensar que un cierto gusto por la elegancia de la simplicidad y lo sucinto dé cuenta de esta predilección mía.

En mi defensa, cito otros de mis favoritos:

- La Balada del Mar Salado, historieta que podría releer una y mil veces, de Hugo Pratt, uno de los responsables de haber reivindicado al cómic como un género literario.
- Seda, de Alessandro Baricco, sin duda el encuentro literario fortuito más agradable de mi vida. Cautivante novela musical, poética, de una belleza conmovedora.
- Los cuentos cortos, de Augusto Monterroso particularmente, pero también toda la tradición de micro-relatos que surgen de la estela que deja su paso.

Me gustan también los bonsái y disfruto, tanto como sufro, con su cultivo.


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Es un verdadero deleite oír a mi amigo Jordi Nadal hablar en una reunión pública. Sus intervenciones, además de ser elocuentes y emotivas, están salpicadas de las más oportunas citas, todas lanzadas de memoria, al mejor estilo trovador.

Hace poco, y como consecuencia de una de estas dichosas citas, Jordi empezó a enviarle a un grupo de amigos, poemas que va escogiendo de sus copiosas lecturas.

Los poemas que hasta ahora ha escogido Jordi (y que reproduzco abajo), me han tocado, cada uno a su manera, y he querido agradecerlos reciprocando con uno de mis propias lecturas (tarea difícil para alguien que lee tan poca poesía como yo). Hoy, finalmente, encuentro uno digno:

Es el día de año nuevo-
y con este espíritu
quiero habitar el mundo
Rankô (1728-1799)

(citado por Yasunari Kawabata en su ensayo La Existencia y el Descubrimiento de la Belleza, en Haiku, Bashò…[et al]. Leviatán, Buenos Aires, 1997

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Antología de Jordi Nadal

Al prefecto Chang

Mi otoño: entro en la calma,
Lejos el mundo y sus peleas.
No más afán que regresar,
Desaprender entre los árboles.
El viento del pinar abre mi capa,
Mi flauta saluda a la luna serrana.
Preguntas, ¿qué leyes rigen “éxito” y “fracaso”?
Cantos de pescadores flotan en la ensenada.

Wang Wei (traducción de Octavio Paz)

Una vez en un poema

Los poemas no se parecen a los cuentos, ni tan siquiera cuando son narrativos. Todos los cuentos tratan de batallas, de un tipo o de otro, que terminan en victoria y derrota. Todo avanza hacia el final, cuando habremos de enterarnos del desenlace.

Indiferentes al desenlace, los poemas cruzan los campos de batalla, socorriendo al herido, escuchando los monólogos delirantes del triunfo y del espanto. Procuran un tipo de paz. No por hipnosis o la confianza fácil, sino por el reconocimiento y la promesa de que lo que se ha experimentado no puede desaparecer como si nunca hubiera existido. Y, sin embargo, la promesa no es la de un monumento. (¿Quién quiere monumentos en el campo de batalla?) La promesa es que el lenguaje ha reconocido, ha dado cobijo, a la experiencia que lo necesitaba, que lo pedía a gritos.

John Berger, Páginas de la herida, Visor, Madrid, 1996


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